jueves, 11 de agosto de 2016

Ella era poesía y él no sabía leer.

Ella era poesía que él no supo leer.
Ella no sabía querer a medias, ella lo quería bien.
Ella no tenía miedo de nada, mucho menos de él.
Ella confió en sus palabras, y de apoco a poco, lo comenzó  a querer.
Ella no tenía malicia en su alma, pero eso él, no lo supo ver. A él le gustaba jugar sin pensar en lastimar.
Él, era frio como el hielo, a él todo le daba igual.
Él no supo ver lo mucho qué ella valía.
 Él se marchó de su vida sin importar lo mucho que a ella le dolía.
Ella lo miró partir, pero nada se atrevió a decir.Se quedó callada, pero con el alma rota.
Ella le lloró mil noches, lo extrañó muchas más. Después de él, ella no volvió a sonreír igual.
Él no se dio cuenta de lo que dejaba Escapar.
 Él no supo valorar a esa chica que le daba lo mejor sin pensar.
Él no entendió que el daño se lo hacía así mismo. Pues se alejó de una chica que sin reserva lo quería. No sé dio cuenta que ella le regalaba poesía cuando le sonreía.
A ella le costó muchas noches olvidar. Le dedicó muchas lunas, y muchas lágrimas más.
Pero a final de cuentas, ella era poesía pura. Ella era ese verso que no se puede desgastar.
 Ella tenía luz en su alma. Y eso, tarde o temprano, alguien más lo tenía que notar. Un día llegó un poeta que supo con exactitud leer su silueta. Leer entre líneas la perfección de sus letras.
 Ella al principio opuso resistencia, pues tenía miedo de las consecuencias. Y sin embargo, él la supo tratar, le ayudó a reconstruir sus alas, la invitó a volar.
Como era de esperarse, su viejo amor volvió, cansado de buscar lo que nunca encontró, pronto se dio cuenta de lo mágica que era ella pero para su mala suerte, ella ya no le pertenecía,Pues ella, ya  había encontrado a su poeta.

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